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Mostrando entradas de junio, 2013

Las palabras que la droga se llevó.

Escrito en colaboración con María Camila González. “No me pesa haber conocido la calle, pero no se la deseo a nadie” afirma. Y luego su mirada se pierde en el atardecer bogotano que cae sobre  la plaza de bolívar. Sus rasgos desgastados y  sucios, reflejan el sufrimiento que significa vivir en la calle, el único lugar que si bien es gratis (hablando en términos de dinero) suele ser cobrado con algo de mayor trascendencia: la vida y la dignidad. Y confiesa, con tristeza,  que aquel es su más grande temor. La calle y la intemperie,  se han convertido en el monstruo de un pasado con el que vive a diario en  una habitación ubicada a unas cuadras de la plaza y que le cuesta 12 mil pesos semanales. Carlos Eduardo Rodríguez es el hombre que se ha dedicado a narrar la historia de Colombia a cientos de turistas que transitan a diario por el barrio la candelaria. Su historia, como la de muchos de los habitantes de la calle, ha sido forjada a partir de malas decisiones y un pésimo compañ

¿Pertenecer o no pertenecer?

¿Y si uno nunca pierde a una persona?. Un ser humano jamás pertenece, es libre, libre de nosotros y nuestros deseos egoístas y posesivos de enclaustrarlo en lo que llamamos "propio". Es probable que aquello que perdemos, si es que es perdemos algo, es la esencia de ese ser considerada como nuestra, aquello que fue compartido hacia nosotros Y por consiguiente, al perderlo, sintamos que perdemos aquello que no es nuestro, porque nuestro subconsciente sabe que nunca nos perteneció, por lo menos no de manera completa. Quizá,lo único que nos haya pertenecido sea su cariño. Su cariño hacia nosotros, el cariño que esa persona sintió es meramente nuestro y su recuerdo no se va, ni deja de pertenecernos, incluso cuando la persona ya no esta.